
12 Ago TIEMPOS Y TIEMPO DE DIOS (135). GAZA: UN PUEBLO BORRADO Y OTRO ENRIQUECIDO. LAS DENUNCIAS DE FRANCESCA ALBANESE
Por Oscar Martín, sj
Francesca Albanese es una jurista italiana especializada en derecho internacional y derechos humanos que desde 2022 se desempeña como relatora especial de la ONU en los territorios palestinos ocupados. Su trabajo consiste en monitorear, documentar y reportar para la ONU violaciones de derechos humanos en Gaza y Cisjordania.

Foto: Pierre Albouy.
Albanese se hizo mundialmente famosa en marzo de 2024 cuando presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU un informe llamado: «Anatomía de un Genocidio». En él muestra cómo Israel comete actos genocidas en Gaza de varias maneras: causando graves daños físicos o mentales, imponiendo condiciones de vida que conducen a la destrucción de los palestinos de Gaza, e imponiendo medidas para impedir nacimientos en este territorio. La relatora de la ONU habla también de la limpieza étnica y de las evacuaciones forzadas llevadas a cabo por Israel con intención de concretar un reemplazo poblacional.
En julio de 2025 Albanese presentó el informe: “De la economía de ocupación a la economía de genocidio”. En él subraya que el genocidio en Gaza se alimenta de un sistema donde hay inmensas ganancias financieras, mercantiles y estratégicas y señala, además, que los principales beneficiarios son corporaciones estadounidenses y europeas, junto con bancos e inversores globales. La denuncia es clara, valiente, directa: nombra más de 60 empresas que se benefician con la destrucción y el genocidio de Gaza.
Los Estados Unidos y aliados occidentales se destacan por ser sede de las principales corporaciones implicadas. Algunas de las principales son: Lockheed Martin, General Dynamics, BAE Systems, Rheinmetall, Boeing, Elbit Systems (Israel),etc. Vale la pena recordarlas porque estas empresas suministran bombas, componentes críticos para jets de combate, municiones, cazas F 35I, drones, etc., que son usados en bombardeos sobre hospitales y zonas civiles en Gaza.
Microsoft, IBM, Amazon, General Dynamics, Palantir, son también empresas denunciadas por ofrecer tecnología crítica de reconocimiento facial, análisis de datos para el ejército y servicios de seguridad israelíes. Esto es usado para vigilancia masiva y apuntar objetivos en Gaza y Cisjordania. Caterpillar, Volvo, HD Hyundai, etc., suministran excavadoras y bulldozers usadas para demoliciones masivas de hogares.
No menos importantes son las instituciones financieras de Europa y EE. UU implicadas, como Allianz, Barclays, BlackRock, BNP Paribas, Vanguard, PIMCO. Estas han comprado bonos del gobierno israelí o financian empresas enumeradas en el Informe de Naciones Unidas como cómplices, porque impulsan la recaudación militar del Estado israelí. Valga un solo ejemplo: la corporación israelí Tel Aviv Stock Exchange creció más del 200 % desde el inicio de la guerra. Las ganancias estimadas son más de 220 mil millones USD. De ahí la trágica expresión: “Un pueblo enriquecido, un pueblo borrado.”
Recientemente Albanese participó en Bogotá, con el Grupo de La Haya. Ante delegados de 30 países reclamó sanciones internacionales a Israel, embargo de armas y presión diplomática para detener el genocidio palestino. Develar estos tres elementos clave del genocidio: complicidad de empresas privadas., financiación del conflicto y el negocio de muerte que favorece el suministro continuo de armas, especialmente, aunque no solo, de Estados Unidos trajo consecuencias graves a Albanese: el Gobierno de Trump bloqueó sus cuentas, la acusó de antisemita y se le prohibió la entrada en el país.
Estas denuncias, Albanese las basa en el derecho internacional, especialmente en la Convención de 1948 contra el Genocidio.
Su valentía ha roto el silencio cómplice de décadas, que ha permitido a Israel actuar impunemente para despojar, desplazar y eliminar al pueblo palestino. Frente a la narrativa oficial occidental de “defensa propia” empleada por este país y sus aliados, sus informes ponen al descubierto una verdad aterradora: la devastación en Gaza no es un efecto colateral de la guerra, sino el resultado de una estrategia tan planificada como abominable y siniestra, que nos remonta al terror padecido por los mismos judíos en los campos de concentración nazis en la Segunda Guerra Muncial. Nazismo que, tanto antes como ahora con el pueblo palestino, combina ocupación, exterminio y negocio.
Frente a este sistema mundial de dominación que naturaliza y normaliza la barbarie, el trabajo de Francesca Albanese, su compromiso con la dignidad humana, trasciende la denuncia y se convierte en un acto de resistencia moral lleno de frescura y radicalidad. No en vano ya son cientos de miles de personas en todo el mundo que la postulan como candidata al Premio Nobel de la Paz.