Expansión y regionalización en América Latina
El Secretario General Carlo Bayer realizó, con motivo del Congreso Mundial Eucarístico en Río de Janeiro en 1955, un viaje de cinco meses por Latinoamérica con el fin de impulsar la fundación de federaciones de Caritas a través del diálogo con los obispos competentes. En aquel momento en los países sudamericanos no existía ninguna federación nacional de Caritas comparable con las federaciones europeas o norteamericanas.
«Caritas Internationalis apoyó y estimuló de forma consciente la fundación de Caritas en Latinoamérica. Su Secretario General, Monseñor Carlo Bayer, fue el primero en destacar la necesidad de las fundaciones con la ayuda de las nunciaturas de los obispos locales durante su largo viaje a través del continente a mediados de los años cincuenta.
Poco después de su viaje se produjo en todos los países que habían visitado una consolidación y ampliación de la actividad eclesial caritativa. En el plazo de un año se fundaron federaciones nacionales de Caritas en Brasil, Argentina, Chile y Perú y en la Asamblea General de 1957 se pudieron incorporar siete nuevos miembros de Latinoamérica: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, México, Paraguay y Perú.
En Sudamérica, las federaciones diocesanas de Caritas se crearon en la segunda mitad de los años cincuenta mientras que en América Central surgieron en los años 1960. El nacimiento de las organizaciones nacionales de Caritas, así como de gran parte de las federaciones diocesanas de Caritas, se remontaba (salvo en los casos de Argentina y México) a la llegada y realización de los programas de ayuda norteamericanos (alimentos, ropa, medicamentos), un acontecimiento que fue decisivo para la configuración de las federaciones diocesanas de Caritas. Estas constituían, por una parte, el primer intento de una ayuda social realmente organizada. De hecho, fueron capaces de establecer una conexión entre las distintas instituciones dedicadas a la ayuda social dentro de la diócesis y de recoger las primeras informaciones sobre todos los necesitados y todas las necesidades. Por otra parte, sin embargo, daban la impresión de ser meros «centros de distribución» de las religiosas.»cosas que vienen de la capital». De este modo cayeron en una dependencia muy decisiva de esas «cosas», de Caritas nacional, que era quien planificaba los programas, sus detalles e incluso los medios financieros que hacían posible su ejecución. Esta dependencia de Caritas nacional no se debía, sin embargo, solamente a este hecho sino también a la estructura marcadamente vertical de la sociedad latinoamericana, la cual influenciaba todos los aspectos de la vida civil incluyendo la vida eclesial. Pero también era producto de la concentración de los recursos naturales en las capitales así como del hecho de que los obispos diocesanos a menudo no daban una definición adecuada y acertada de la función que debía desempeñar Caritas diocesana a la luz de los condicionamientos propios de su diócesis. Si bien es verdad que a principios de los años 1970 aumentó el número de declaraciones de los obispos en este sentido, también es cierto que en todo el continente fueron pocos los que tomaron una iniciativa en consecuencia. Los directores diocesanos, a su vez, no perdieron la oportunidad de ser abiertamente autocríticos y pasar a la acción. Una muestra de ello fue el hecho de que varias federaciones diocesanas de Caritas en distintos países en los que habían finalizado los programas norteamericanos (Venezuela, Paraguay, Costa Rica y amplias regiones de Brasil) salieron reforzados de las eventuales recaídas que pronto se superaron, o continuaron su obra mediante la creación de diversos servicios sociales y la realización de programas de educación y organización para la comunidad. Los temas centrales de los distintos encuentros regionales a principios de los años 1970 en Latinoamérica fueron la inclusión de la labor de caritas en el conjunto del trabajo pastoral, la independencia nómica de las federaciones nacionales así como el desarrollo ulterior de los esfuerzos encaminados a la regionalización teniendo en cuenta los objetivos comunes.