Comunicado ante los recientes hechos de violencia sufridos por la comunidad indígena Karapá, en el departamento de Canindeyú

Comunicado ante los recientes hechos de violencia sufridos por la comunidad indígena Karapá, en el departamento de Canindeyú

A los servidores del Estado

A los fieles cristianos

A las personas de buena voluntad

En estos días hemos sido testigos de múltiples manifestaciones de diversos sectores de la sociedad que salieron a las calles de la capital y rutas del país para visibilizar sus reclamos: jóvenes, jubilados, indígenas, cañicultores, entre otros.

Actualmente estamos viendo la violencia ejercida contra la comunidad indígena Karapá, Canindeyú, que ha sido violentada por civiles armados y que ya ha producido hecho de sangre que, gracias a Dios, no ha tenido un desenlace fatal.

Este hecho puntual y grave requiere una respuesta urgente de resguardo a la seguridad e integridad de esta comunidad en particular. Las agresiones y violencia contra las comunidades indígenas no son hechos aislados, lo que nos lleva a referirnos de manera especial a la situación que afecta a los pueblos y comunidades indígenas del país.

Invitamos a reflexionar sobre las posibles causas que han llevado a las diversas comunidades y agrupaciones indígenas a hacerse visibles ante la sociedad y reclamar la atención del Estado con medidas de protesta como el cierre de rutas.

  1. La Constitución Nacional reconoce la existencia de los pueblos indígenas como grupos de culturas anteriores a la formación y organización del Estado paraguayo y les garantiza derechos fundamentales: a preservar y desarrollar su identidad étnica en el respectivo territorio; el derecho a la propiedad comunitaria de la tierra, en extensión y en calidad suficientes, proveída y protegida por el Estado; la prohibición de su remoción o traslado sin su consentimiento; el respeto a sus culturas; la defensa contra la depredación de su hábitat, la contaminación ambiental, la explotación económica y la alienación cultural, así como el derecho a participar de la vida social, política, económica y cultural del país (Cap. V, art. 62-67).
  2. En los hechos, estos derechos se desconocen, por acción o por omisión, y han sido sistemáticamente ignorados y atropellados, traduciéndose en pérdida de sus territorios, desalojos arbitrarios y abusivos por priorizar sectores económicos o políticos, nacionales y extranjero. Las comunidades indígenas sufren la discriminación cultural, así como la ausencia del Estado para generar y apoyar con presupuesto adecuado las políticas públicas que favorezcan su promoción humana integral (defensa efectiva de sus tierras y territorios ancestrales, salud, educación, infraestructura y todo tipo de protección para salvaguardar su dignidad y su seguridad).
  3. En este sentido, exigimos a las autoridades responsables a adoptar medidas urgentes de protección a la seguridad e integridad de la comunidad indígena de Karapá, que está sufriendo el asedio y la agresión de civiles armados que destruyeron sus casas y sus cultivos, y ya hay hecho de sangre.
  4. Urgimos el respeto riguroso de la Ley 904, Estatuto de los Pueblos Indígenas. Los derechos consagrados en esta normativa, que es anterior a la Constitución Nacional, han sido elevados a rango constitucional. El cierre de la sede del Instituto Nacional del Indígena, INDI, en Asunción, el exiguo presupuesto que se le asigna y la falta de una efectiva política de acompañamiento a los pueblos y comunidades indígenas en sus necesidades, entre otros, incumplen claras disposiciones establecidas en la Ley 904.
  5. La Ley 904, en sus artículos 57 y 58 prevé los recursos necesarios al buen funcionamiento del INDI. El artículo 59 asigna estos recursos de manera prioritaria a la adquisición y la protección de las tierras de los territorios ancestrales. Esta protección es urgente ante los atropellos y hostigamientos que sufren comunidades amedrentadas y desalojadas con el apoyo de los propios organismos públicos que priorizan intereses particulares.

Existe una violencia estructural en contra de las comunidades indígenas que, los motiva a salir a las rutas y expresar su clamor ante toda la sociedad. Si queremos paz, hay que erradicar la violencia que viene de la exclusión y la inequidad.

En esta fiesta de la Virgen del Rosario, recordemos el cántico de María a Dios:

“Actuó con la fuerza de su brazo y dispersó a los soberbios de corazón. Derribó del trono a los poderosos y engrandeció a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos los despidió vacíos” (Lucas 1,52-53).

Asunción, 7 de octubre de 2025.

CONAPI – PASTORAL SOCIAL NACIONAL

Conferencia Episcopal Paraguaya

Foto: RTV Sur

Descarga el documento aquí: Comunicado- Comunidad Karapá