TIEMPOS Y TIEMPO DE DIOS (137). NI REPRESIÓN NI MIEDO: PARAGUAY SE CONSTRUYE CON JÓVENES

TIEMPOS Y TIEMPO DE DIOS (137). NI REPRESIÓN NI MIEDO: PARAGUAY SE CONSTRUYE CON JÓVENES

Por Oscar Martín, sj

Aunque desde el fin de semana pasado hasta hoy ocurrieron hechos muy graves, como el asesinato teniente coronel Guillermo Moral a manos de sicarios, vale la pena detenernos en la marcha de la denominada generación Z. La juventud que se manifestó no estuvo sola: hubo también adultos y adultos mayores. Pero fueron los jóvenes quienes estaban en la mira. Se reflejó en la violencia, represión, detenciones selectivas, amenazas jurídicas y golpes “profilácticos” que padecieron.

Lo ocurrido pareció sacado de un tutorial de democracia represiva: primer paso: “Protesten”; segundo: “Aprendan a tener miedo”; tercero: “Ni se les ocurra hacerlo de nuevo…”. Lo visto nos indica que la democracia, apenas formal que tenemos, se fragiliza a pasos agigantados tornándose hacia una narcodemocracia autoritaria. Pero es importante no perder de vista el origen del malestar juvenil, lo que los sacó a la calle.

Por un lado, vemos al presidente Peña vender en el exterior un “país de maravillas”, amigable con la juventud y listo para inversiones. Por otro, si miramos las salidas laborales para los jóvenes, la realidad es muy distinta. La primera “oportunidad” no la da formación o el mérito, sino el apellido: nepo babies de diputados y senadores, sobrinos de operadores, ahijados de seccionaleros. El mérito se llama apellido; el examen, fidelidad. La segunda vía es la militancia partidaria: sin cuna colorada, es muy difícil ingresar al amplio funcionariado público (educación, salud, serviciso sociales, fiscalía, municipalidades, binacionales…). El mensaje implícito: menos jóvenes emprendedores y autónomos, más jóvenes dóciles y afiliados.

Tampoco entusiasma a los jóvenes la economía de plataformas: Uber, Bolt, empresas de reparto, trabajadores autónomos… que mantienen a las personas en la intemperie donde tu auto o tu moto es tu oficina; tu celular, tu jefe; la ruta, tu “seguridad social”; tu combustible, reparaciones y riesgos, lo que se comen la ganancia de tu día de esfuerzo; tu jubilación… cero.

Otra vía de empleos en expansión es el uniforme. Con este Gobierno miles de jóvenes, casi todos campesinos o de barrios pobres del Gran Asunción, ingresaron a la Policía Nacional. Impresiona la escena: jóvenes del campo caminando por Asunción como recién bajados en la Luna, con chalecos, cascos y bastones, con frecuencia, listos para reprimir, especialmente a indígenas o a jóvenes, cuando llegue la orden. A quienes no se les ofreció tierra, crédito ni mercado se les ofrece pistola, casco, escudo, gases lacrimógenos, moto, carro hidrante…

La ironía es tal dolorosa como brutal: si el Gobierno hubiera apostado de verdad por empleo, hubiera privilegiado la agricultura familiar, con asistencia técnica, caminos, compras públicas, crédito blando, cooperativismo. Así muchos de esos jóvenes serían hoy productores de alimentos y Paraguay se alimentaría a sí mismo en productos básicos que hoy ingresan por contrabando a gran escala, de Argentina y Brasil.

Hay otra salida, silenciosa, que se entiende pero que también duele: el éxodo a Europa. Formamos a los jóvenes aquí para que rindan allá. Familias que se separan, talento que se va… Se dice que “buscan oportunidades”, pero, en realidad, se van porque aquí, con este modelo agroexportador que nos asfixia, no las encuentran. Son exulsados porque serán una interesante fuente de divisas. Hoy por hoy, la juventud, más que prioridad es parte del paisaje.

La pregunta y la inquietud de los jóvenes es más que pertinente: ¿Cuál es realmente el proyecto de país?, ¿Quién lo gobierna y para quién lo hace? Porque, además de las salidas anteriores -y otras que por extensión no he destacado- crece una, mucho más terrible que las señaladas: la que genera la inmensa economía en negro de Paraguay: Bandas criminales, narcotráfico, microtráfico, sicariato. Se trata de redes que pagan rápido donde la economía formal no existe.

La conclusión es sencilla: gobernar en nuestro país se ha vuelto, en buena medida, administrar favoritismos y fidelidades, repartir precariedad y encubrir fugas. Esto, además de otros males estructurales y muy graves, en el que el asesinato teniente coronel Guillermo Moral a manos de sicarios, es apenas un síntoma.

Sin embargo, la marcha del fin de semana produce mucha esperanza. Ha mostrado que los jóvenes existen políticamente; que muchos piensan, buscan organizarse y expresarse. El país que viene no se construirá con autoritarismo, represión o miedo. Paraguay necesita futuro, pero uno digno de ese nombre: un futuro con justicia, oportunidades y libertad. Y ese futuro, hasta nuevo aviso, sigue teniendo un nombre propio: los jóvenes.

Foto: DW.com