La Pastoral Social – Cáritas Paraguay es un organismo de la Conferencia Episcopal Paraguaya, que anima la acción social como dimensión propia de la misión de la Iglesia, promoviendo la dignidad humana, la justicia social y los derechos humanos desde la opción preferencial por los más pobres y excluidos, mediante equipos diocesanos, que trabajan por la promoción humana y el desarrollo integral, solidario y sostenible, incidiendo en la transformación de las estructuras injustas y la participación ciudadana, a través de los procesos de formación y reflexión con mirada en la Doctrina Social de la Iglesia.
PASTORAL SOCIAL PARAGUAY
Inspirados en el evangelio de Jesús venimos caminando junto a los más desposeídos desde 1958, buscando transformar nuestra historia en busca de mayor equidad. La Pastoral Social nace como primer gran programa social de la Iglesia a nivel Nacional en cooperación con los obispos norteamericanos. Fraccia, Emilio. «Monseñor Ángel Nicolás Acha Duarte-25 años después» Editorial Continental, 2007. Pág. 39. Fue fundada por el Monseñor Aníbal Maricevich junto con otros dirigentes de la Acción Católica. Durante doce años mantuvo la denominación de Cáritas Paraguaya hasta que fue transformada en 1971172 en Pastoral Social.
Recién creada, Cáritas tuvo que hacerse cargo de la recepción y distribución de la recordada Ayuda Social que el gobierno estadounidense donó, a través de la Cáritas Norteamericana, a varios países, entre ellos Paraguay. Los repartos de alimentos y ropa que se hicieron en esos años han continuado luego en muchas parroquias. Todavía se identifica a Pastoral Social con el reparto de alimentos y ropas. Es una imagen que, si bien al principio definía lo que Cáritas era, en la actualidad se hace necesario hacer ver a la Iglesia y a la sociedad que la Pastoral Social ha evolucionado. La caridad permanece pero la forma de practicarla ha cambiado y se adapta a los tiempos nuevos, en que la promoción social y la construcción del Reino, tienen acento especial.
De esta manera Cáritas acepta el reto de ir buscando sus caminos y después del Concilio Vaticano ll la institución fue llamada a un compromiso más intenso en la transformación del mundo y sus mensajes a la sociedad, sus acciones y su estructura se fueron adaptando a una nueva manera de entender la práctica de la caridad. La Pastoral Social inicia un reto vital: pasar del asistencialismo a la promoción de las personas, empezar a dar la caña y enseñar a pescar más que a dar el pescado.
En el transcurso de los años, la Institución se ha ido consolidando en su estructura y ha estado receptiva a la transformación social, a través de programas de atención a los nuevos rostros de pobrezas que han ido apareciendo en la sociedad: personas privadas de su libertad, personas sin hogar, inmigrantes, campesinos, etc. Sin embargo, todavía queda mucho camino que recorrer en cuestiones de comunión y coordinación, tanto al interior de las Pastorales Sociales como con las demás pastorales.
En la actualidad, la Pastoral Social quiere potenciar cada vez más la dimensión testimonial de la Iglesia paraguaya, una iglesia que camina con nuestro pueblo, en la vivencia de su fe y en la búsqueda constante de la construcción del reino de justicia, amor y dignidad.
En el mes noviembre del año 2018, la Asamblea Plenaria de los Obispos del Paraguay nombra nuevas autoridades para el periodo 2018-2021. En este sentido, nombra a Mons. Juan Bautista Gavilán, Obispo de Coronel Oviedo, como Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social – Cáritas Paraguay, y designa al Prof. Roque Acosta Ortiz como Secretario Ejecutivo de Pastoral Social y Director Nacional de Cáritas Paraguay.
El Secretario General Carlo Bayer realizó, con motivo del Congreso Mundial Eucarístico en Río de Janeiro en 1955, un viaje de cinco meses por Latinoamérica con el fin de impulsar la fundación de federaciones de Caritas a través del diálogo con los obispos competentes. En aquel momento en los países sudamericanos no existía ninguna federación nacional de Caritas comparable con las federaciones europeas o norteamericanas.
«Caritas Internationalis apoyó y estimuló de forma consciente la fundación de Caritas en Latinoamérica. Su Secretario General, Monseñor Carlo Bayer, fue el primero en destacar la necesidad de las fundaciones con la ayuda de las nunciaturas de los obispos locales durante su largo viaje a través del continente a mediados de los años cincuenta.
Poco después de su viaje se produjo en todos los países que habían visitado una consolidación y ampliación de la actividad eclesial caritativa. En el plazo de un año se fundaron federaciones nacionales de Caritas en Brasil, Argentina, Chile y Perú y en la Asamblea General de 1957 se pudieron incorporar siete nuevos miembros de Latinoamérica: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, México, Paraguay y Perú.
En Sudamérica, las federaciones diocesanas de Caritas se crearon en la segunda mitad de los años cincuenta mientras que en América Central surgieron en los años 1960. El nacimiento de las organizaciones nacionales de Caritas, así como de gran parte de las federaciones diocesanas de Caritas, se remontaba (salvo en los casos de Argentina y México) a la llegada y realización de los programas de ayuda norteamericanos (alimentos, ropa, medicamentos), un acontecimiento que fue decisivo para la configuración de las federaciones diocesanas de Caritas. Estas constituían, por una parte, el primer intento de una ayuda social realmente organizada. De hecho, fueron capaces de establecer una conexión entre las distintas instituciones dedicadas a la ayuda social dentro de la diócesis y de recoger las primeras informaciones sobre todos los necesitados y todas las necesidades. Por otra parte, sin embargo, daban la impresión de ser meros «centros de distribución» de las religiosas.
«cosas que vienen de la capital». De este modo cayeron en una dependencia muy decisiva de esas «cosas», de Caritas nacional, que era quien planificaba los programas, sus detalles e incluso los medios financieros que hacían posible su ejecución. Esta dependencia de Caritas nacional no se debía, sin embargo, solamente a este hecho sino también a la estructura marcadamente vertical de la sociedad latinoamericana, la cual influenciaba todos los aspectos de la vida civil incluyendo la vida eclesial. Pero también era producto de la concentración de los recursos naturales en las capitales así como del hecho de que los obispos diocesanos a menudo no daban una definición adecuada y acertada de la función que debía desempeñar Caritas diocesana a la luz de los condicionamientos propios de su diócesis. Si bien es verdad que a principios de los años 1970 aumentó el número de declaraciones de los obispos en este sentido, también es cierto que en todo el continente fueron pocos los que tomaron una iniciativa en consecuencia. Los directores diocesanos, a su vez, no perdieron la oportunidad de ser abiertamente autocríticos y pasar a la acción. Una muestra de ello fue el hecho de que varias federaciones diocesanas de Caritas en distintos países en los que habían finalizado los programas norteamericanos (Venezuela, Paraguay, Costa Rica y amplias regiones de Brasil) salieron reforzados de las eventuales recaídas que pronto se superaron, o continuaron su obra mediante la creación de diversos servicios sociales y la realización de programas de educación y organización para la comunidad. Los temas centrales de los distintos encuentros regionales a principios de los años 1970 en Latinoamérica fueron la inclusión de la labor de caritas en el conjunto del trabajo pastoral, la independencia nómica de las federaciones nacionales así como el desarrollo ulterior de los esfuerzos encaminados a la regionalización teniendo en cuenta los objetivos comunes.